martes, 31 de octubre de 2017


FUNCIONES DEL JUEGO


FUNCIONES DEL JUEGO EN EL DESARROLLO INFANTIL 

Durante los distintos periodos de su desarrollo, el niño tiene diferentes intereses. A veces se habla, por ejemplo, que el niño tiene periodos críticos en su desarrollo, siendo de vital importancia considerar los intereses espontáneos de cada periodo para lograr un desarrollo íntegro.

Su universalidad es el mejor indicativo de la función primordial que debe cumplir a lo largo del ciclo vital de cada individuo. Habitualmente se le asocia con la infancia, pero lo cierto es que se manifiesta a lo largo de toda la vida del hombre, incluso hasta en la ancianidad.

A través del juego los niños lidian con su pasado y su presente, y se preparan para el futuro.

  • El juego estimula todos los sentidos.
  • El juego enriquece la creatividad y la imaginación.
  • El juego ayuda a utilizar energía física y mental de maneras productivas y/o entretenidas

El juego es divertido, y los niños tienden a recordar las lecciones aprendidas cuando se están divirtiendo, por esto el juego facilita el desarrollo de:

  • Habilidades físicas: agarrar, sujetar, correr, trepar, balancearse.
  • Habla y lenguaje: desde el balbuceo, hasta contar cuentos y chistes.
  • Destrezas sociales: cooperar, negociar, competir, seguir reglas, esperar turnos.
  • Inteligencia racional: comparar, categorizar, contar, memorizar.
  • Inteligencia emocional: auto-estima, compartir sentimientos con otros.

También, el juego facilita el aprendizaje sobre:

  • Su cuerpo: habilidades, limitaciones.
  • Su personalidad: intereses, preferencias.
  • Otras personas: expectativas, reacciones, cómo llevarse con adultos y con niños.
  • El medio ambiente: explorar posibilidades, reconocer peligros y límites.
  •  La sociedad y la cultura: roles, tradiciones, valores.
  • Dominio propio: esperar, perseverar, lidiar con contratiempos y derrotas.
  • Solución de problemas: considerar e implementar estrategias.
  • Toma de decisiones: reconocer opciones, escoger, y lidiar con las consecuencias.


Desarrollo cognitivo

El área cognitiva hace referencia a cómo el niño va tomando conciencia de sí mismo y de su entorno, como entidades separadas. A medida que se desarrolla, sus relaciones con los objetos o las personas que le rodean se van haciendo más complejas. Por ello, el objetivo principal de esta área es que el niño elabore estrategias cognitivas que le permitan adaptarse a los problemas con los que se va encontrando en los primeros años.

El psicólogo suizo Jean Piaget describió el concepto de objeto permanente como una de las adquisiciones cognitivas más importantes en el desarrollo de los niños. En un principio, el bebé considera que sólo existe lo que él ve o percibe en ese momento. Poco a poco, y a medida que se hace consciente de que él es algo diferente y separado de su madre y del resto de su entorno, va tomando conciencia también de que los objetos o las personas existen aunque en ese momento no las esté percibiendo.


Desarrollo motor

El desarrollo motor se ve potenciado desde el juego, en la medida que los patrones motrices son explorados con amplia gama de posibilidades y sin restricciones desde éste; por ejemplo, partiendo de una de las bases como lo es la coordinación que es estimulada desde los juegos que involucren los movimientos tanto finos como gruesos; es decir, si al niño le proponemos que camine sobre una línea o corra repetidamente, muy posiblemente él desarrolle las acciones; más si se lo proponemos desde el juego, se mejorarán la oportunidades de hacerlo técnicamente a partir de la repetición y la corrección jugada; es así como el juego también hace parte importante para el aprendizaje de los deportes a temprana edad sin separar al niño de las alternativas que más le atraen como lo es el juego.

Desarrollo social

El desarrollo social es fundamental para que los niños interactúen entre sí en diferentes grados. A medida que un niño va creciendo, su juego tiende a ser más social y cooperativo. En un principio juegan solos, después lo hacen al lado de otros niños hasta que finalmente incluyen a los otros en su juego. El ambiente es un factor importante para el desarrollo del juego social, es decir, si el niño pasa mucho tiempo solo, tiene pocos o ningún hermano, ve mucha televisión o cuenta con juguetes más elaborados o complicados, tenderá a jugar solo durante más tiempo, ya que su medio lo habrá hecho más pasivo y estará acostumbrado en menor grado a la interacción con otros. 


Desarrollo afectivo y emocional

El desarrollo de la afectividad se explicita en la etapa infantil en forma de confianza, autonomía, iniciativa, trabajo e identidad. El equilibrio afectivo es esencial para el correcto desarrollo de la personalidad. El juego favorece el desarrollo afectivo o emocional, en cuanto que es una actividad que proporciona placer, entretenimiento y alegría de vivir, permite expresarse libremente, encauzar las energías positivamente y descargar tensiones. 

Además, el juego supone a veces un gran esfuerzo por alcanzar metas, lo que crea un compromiso consigo mismo de amplias resonancias afectivas. También, en ocasiones el niño se encuentra en situaciones conflictivas, y para intentar resolver su angustia, dominarla y expresar sus sentimientos, tiene necesidad de establecer relaciones afectivas con determinados objetos. El juguete se convierte entonces en confidente, en soporte de una transferencia afectiva. 

Valor del juguete

Los juguetes recogen la herencia cultural de los pueblos y contribuyen a una mejor comprensión del mundo actual. Son un legado cultural de costumbres y valores del pasado a la vez que un elemento de enlace con el propio entorno social y cultural.

A través del juguete el niño puede expresar su mundo interior. Jugando con muñecos podrá simular situaciones vividas en el mundo real como conflictivas y reproducirlas y modificarlas a su antojo, exteriorizando y aprendiendo a controlar sus miedos y sus ansiedades.


También los juguetes ofrecen la oportunidad de expresar deseos, fantasías e ilusiones, desarrollar la afectividad e identificarse con el mundo adulto. 

El juguete, como estimulador de la acción, cumple una doble dimensión: Por un lado es como un enlace entre lo real y la ficción y, por otro, un compromiso entre el pasado y la prospectiva encaminada hacia una optimizan del futuro. Es, en definitiva, un objeto socializador y emancipador en la medida en que presenta valores positivos y acordes con el tipo de ciudadano que se quiera construir. 

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